jueves, 24 de julio de 2014

Leyenda del pueblo rumano.

Hace mucho tiempo vivía en estas tierras una madre que tenía muchas hijas. Les puso nombres bonitos igual que la hermosura de la naturaleza, de los bosques, de las montañas y de las aguas: TRANSILVANIA, MOLDOVA, BUCOVINA, CRISANA, MUNTENIA, OLTENIA, DOBROGEA. La  mujer también tenía dos muchachos. Uno se llamaba MARAMURES y el otro BANAT.



Pero por desgracia, de vez en cuando, pasos desconocidos cruzaban el lugar y le raptaban una hija. La madre se ponía triste de dolor por cada una ya que las quería más que a su vida. Pero nunca lloró. Era imponente como un roble o como los Cárpatos que la rodeaban. Por eso, ella nunca temía y no se echaba para atrás. Sus antepasados  nunca tuvieron miedo, ni los inmortales dacios ni los atrevidos romanos. Así que luchaba para recuperar a sus hijas y devolverlas a casa: a su gran Transilvania, a la Bucovina de los fagos, a la Dobrogea que tan cerca estaba del mar, a la juguetona Oltenia o a su ágil Crisana. Aun tenía a su lado a Moldova y a Muntenia y a sus valientes hijos.

Así, luchando incansablemente, logró traer a casa a sus hijas y se pusieron todos a su alrededor, como las ramas de un árbol majestuoso. Y cuando la mujer sintió a sus hijos a su lado, se puso tan contenta que rejuveneció de repente. Porque la unión le dio poder y la sed de justicia y libertad la hizo inmortal.    


TEXTO (metafórico) fuente: http://www.e-scoala.ro/Legende/romania.html


jueves, 17 de julio de 2014

Leyenda del príncipe Dragos. Fundación de Moldavia.

Erase una vez un príncipe llamado Dragos que vivía en la parte norte de la actual Rumania, denominada Maramures. Era un buen administrador y gobernante inteligente, pero también un gran cazador. Le gustaba mucho cazar bisontes, osos, ciervos y lobos.
La leyenda cuenta que, mientras iba a cazar por los bosques, oyó que sus hermanos, los rumanos del este que vivían en las valles de los ríos Siret y Prut, sufrían mucho debido a los robos y muertes provocadas por los tártaros. Este pueblo vivía solamente de guerras y de lo que robaban de otros.  Se sabía que nadie podía superarlos en cuanto a la equitación. Tenían caballos rápidos como el viento y luchaban con espadas curvas llamadas yataganes. Las flechas que disparaban de sus arcos eran terriblemente certeras.  Llevaban sobre sus cabezas grandes gorros, hechos de lana de oveja y se defendían con escudos redondos de hierro.
El líder de los tártaros se llamaba han. 
Entonces, Dragos decidió llamar a sus bravos de Maramures y atravesó las montañas para ayudar a sus hermanos a combatir en la guerra con los tártaros. En su camino, paso por delante de él un bisonte, más grande que un toro, con cuernos retorcidos, cuello grueso, pezuñas fuertes, pelo negro y largo, ojos grandes y feroces. 
Primero lo notó  su perra, llamada Molda. Y sintiéndolo, corrió tras él ladrando agudo.  Y aunque el bisonte era tan feroz, Dragos logró dispararlo con una flecha y después lo  hirió con su lanza. Herido y lleno de sangre, el animal siguió corriendo por el bosque con árboles altos. Incluso cruzó un gran rio; Molda, sin embargo lo siguió valiente con todas sus fuerzas. Pero el rio fue demasiado profundo y sus olas demasiado  rápidas, así que la pobre perra se ahogó. 


Cabalgando, Dragos y sus bravos pasaron el rio, golpearon al bisonte justo entre los cuernos y, finalmente, lo derribaron. Dragos disfrutó mucho de esta victoria pero se arrepintió por haber perdido a su fiel perra. Por lo tanto, en su memoria nombró a dicho rio Moldova. 
Luego, Dragos continuó su camino y ayudó a los rumanos de este lado del país para desterrar a los tártaros criminales. Al volver de la guerra, victorioso, los rumanos lo nombraron príncipe y lo eligieron para dirigir también dicha parte del país, a la cual llamaron también Moldavia.


martes, 1 de julio de 2014

Puente de los Mentirosos

Sibiu  (en alemán: Hermannstadt) es el mayor municipio y capital del distrito de Sibiu, de Rumanía. Es un importante centro económico y cultural de Transilvania y entre 1692 y 1791 fue capital del Principado de Transilvania. Posee el título de ciudad mártir. 

Fue fundado por colonos sajones en el siglo XII, que le dieron el nombre de Hermannstadt. En consecuencia, parte de su arquitectura es germánica. Según las estadísticas, el 1,6% de la población de Sibiu es de origen sajón. Antes de la Segunda Guerra Mundial era la ciudad más importante para la minoría alemana de Rumanía.

Uno de los puntos turísticos más interesantes de esta ciudad es el Puente de los Mentirosos, en alemán (Lügenbrücke), el primer puente de hierro forjado en el actual territorio de Rumania (1859).

Puente de las mentiras/Lügenbrücke, 2013. Foto: M. Califice

Hay muchas leyendas relacionadas con este puente.  Una de ellas cuenta que el puente estaría vivo, que puede sentir y tiene oídos, por lo tanto cada vez que alguien dice una mentira, empieza a gemir y a temblar y se derrumba, llevando los pies del mentiroso a la tierra. Los lugareños cuentan la versión del puente que se derrumba sobre la cabeza si se dice una mentira bajo su arco, como intentan tantos hoy en día. De todas formas, ya que sigue allí, la gente que cruza no se atreve a decir ninguna falacia. 

Otra leyenda relata que el puente era un lugar de castigo para los comerciantes mentirosos. La Plaza Menor de Sibiu era una feria y sitio de negociación muy famoso;  algunos compradores tras llegar a casa, se daban cuenta que habían sido engañados. Así que volvían y cogían a los comerciantes para tirarlos desde el puente, mientras de fondo se oían las risas de la multitud.  Un espectáculo justiciero que parece que haya funcionado, ya que se dice que después, cuando llegaban a Sibiu, a los comerciantes ya no les entraban ganas de engañar a la gente. 

Arnold Pancratz en “Die Gassennamen Hermannstadts“, 1935, explica el nombre del puente a través de las historias y leyendas orales que se contaban en este lugar en los días de feria. Era un lugar de charla y de difusión de las noticias locales, la mayoría inventadas y desarrolladas por las campesinas. 

También se cuenta que el puente era un lugar romántico donde se encontraban los enamorados. Los jóvenes se juraban allí amor eterno y las muchachas juraban que eran puras y vírgenes. Pero en la noche de boda se demostraba que algunas chicas eran unas mentirosas. Por lo tanto eran arrastradas hasta el puente, donde eran presentadas ante el público y arrojadas sobre la barandilla. 

También de naturaleza sentimental hay otra leyenda de cuando en Sibiu vivían muchos cadetes que estudiaban en la Academia Militar. Los chicos guapos en uniformes impresionantes representaban una atracción para todas las señoritas de la alta sociedad. Ellos se reunían en el puente con las jóvenes, prometiéndoles la luna, y luego dejaban que esperaran en vano el cumplimiento de sus promesas de amor.
¿Ustedes que opinan, se atreverían a decir una mentira al pisar dicho puente?