jueves, 4 de abril de 2013

Sr. Goe- parte II


La yaya saca de su bolsa una boina, también del uniforme de la cañonera le Formidable.
- ¿ Todavía te duele la nariz,  chiquitín? le pregunta la yaya.
- No... contesta Goe.
- ¿Seguro, seguro?
- ¡Seguro!
- ¡Ven aquí, que te daré un beso!
Y le besa en la punta de la nariz; luego, arreglándole la boina:
- ¡Parece que te sienta mejor con la boina!... dice la yaya, admirándole.
- ¿Y con qué no le sienta bien? añade la tía Mita, admirándole ella también.
- ¡Anda, dejadle! lo mimáis demasiado... ¡Oye, tú! ¡sombrero y ticket nuevo! dice la madre, fingiendo estar enojada.
- ¡ Qué sea el pequeño sano! dice la yaya. Pero la madre añade:
- ¿ Y a la mami no la besas?
- A ti, ¡no quiero! dice Goe con humor.
- ¿ Ah, si? dice la madre. ¡Deja!... y se cubre los ojos con las manos fingiendo llorar.
- ¡Anda, deja! ¡que ya sé que estás fingiendo! dice Goe.
- ¡Encontraste a quien engañar! contesta la yaya.
La madre empieza a reír; saca algo de su bolsa y dice:
- El que me besa.... ¡mira!... ¡ chucolate!
La madre besa a Goe, Goe a la madre y, cogiendo el pedacito de chucolate, sale de nuevo en el pasillo.
- Chiquitín, ¡no saques más la cabeza por la ventana!... ¡Madre mía, qué listo que es mi niño!, dice la yaya.
- ¡ En serio, de verdad! añade la tía Mita.
Mientas Goe comía su chucolate fuera, las señoras se pusieron a hablar sobre una y otra... El tren corría ahora desde Crivina hacia Peris.
- ¡ Anda, ve y mira que hace el niño allá fuera, mama! dice la madre.
La yaya se levanta despacio y va al pasillo:
- ¡Goe! ¡chiquitín! ¿dónde estás?
Goe no está.
- ¡ Dios mío! grita la señora, ¡ el chico no está! ¿ Donde está el chico? ... ¡se ha perdido mi niño!
Y todas las señoras saltan...
- ¡ Se cayó del tren, el muchacho! ¡tía, que me muerooo!
Pero de repente, se oyen ruidos desde el compartimento donde entra solamente una persona.
- Goe, chico, ¿estás allá?
-¡Sí!
- Anda, dice la yaya, ¡sal de ahí! que nos asustaste.
-¡No puedo! grita Goe desde adentro.
-¿Por qué? ... ¿te duele el corazón?
-¡No! no puedo...
- ¡Está cerrado! dice la yaya, intentado abrir la puerta.
- ¡No puedo abrir! grita Goe desesperado.
-¡Dios mío!¡que se desmaya el chico!

Al final viene el controlador con el ticket: recibe el dinero y libera al muchacho, a quien las señoras besan dulce como si lo vieran después de mucho tiempo. La yaya decide quedarse en el pasillo, sobre una maleta de un extranjero, para vigilar a Goe que no le pase nada. El chiquitin ve una línea de metal en la esquina del pasillo que tiene arriba una empuñadura. Se sube encima de una maleta, pone la mano en la empuñadura y la tira.


- ¡ Siéntate bien, chiquitin!¡ no vayas a romper algo ahora! dice la yaya.
El tren sigue su camino desde Peris hacia Buftea con gran velocidad. Pero a la medida del kilometro 24, de repente de oye un sonido, luego el señal de alarma, tres silbatos cortos, y el tren para produciendo una fuerte sacudida.
¿Qué pasa?¿Qué pasa?... Todos los pasajeros van asustados a las ventanas, puertas y escaleras...
-¡ Goe, chiquitin! ¡Goe! grita la tía Mita saliendo rápido del compartimiento.
Goe está en el pasillo... ¿ Por qué paro el tren?

Alguien, no se sabe de qué vagón, tiro de la alarma. ¿De qué vagón?... Esto es fácil de descubrir; la manivela de la señal se tira solo si rompes el hilo con nudos. El personal del tren va y mira las ruedas taponadas con toda la presión, tan taponadas que el mecánico necesita tres minutos para cargar su bomba de aire comprimido y poner en marcha de nuevo el tren. Durante todo este tiempo, los conductores y el jefe del tren van de vagón en vagón para mirar los aparatos de los señales de alarma.

¿Quién puede adivinar en que vagón estaba roto el hilo e invertida la manivela? ¡ Que raro!  justo en el vagón de donde voló hace poco el sombrero del marinero. ¿Quién?¿Quién tiró de la manivela? La yaya duerme en el fondo del coupé con su chiquitín en brazos. No se puede saber quién tiro de la manivela.

El tren comienza su camino de nuevo y por fin, llega a Bucarest con un retraso de unos minutos. Todo el mundo baja. La yaya le arregla la boina al Goe, le pregunta si aún le duele la nariz y le da un beso dulce.

Luego las señoras suben con el chiquitín en un carruaje y van hacia el centro de la ciudad:
- ¡A la avenida, taxista!¡A la avenida!...






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